lunes, 23 de enero de 2012

La Sabiduría del Perdón


Hola... ya tenía mucho tiempo sin escribir en mi rincón, y quise retomarlo con este tema "El perdón". Espero lo disfruten tanto como yo.
Cariños,
Amarilis

 

Voy a empezar citando esta frase. El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar. Martin Luther King

En relación a esta frase, tendría que decir que estoy de acuerdo, sin embargo, reconozco que existen matices. Ésta es una aseveración que puede resultar dura para quienes les cuesta perdonar, pero yo creo, que en el fondo, nadie está hecho para ser rencoroso; si así fuera, no nos costaría tanta energía y tanto sufrimiento el hecho de no perdonar. Estoy convencida de que el estado natural del ser humano es amar y ser amado, lo cual implica muchas cosas, entre ellas el saber perdonar.

Perdonar a quienes nos ofenden o nos hacen daño, nos libera, nos quita una pesada carga de nuestra alma.
No hay que olvidar, que todos hemos sido agredidos alguna vez y de alguna forma, a veces, conscientemente, y otras, inconscientemente.

Y estás primeras heridas del alma las recibimos desde nuestro nacimiento. Nacer requiere esfuerzos y sufrimiento; y el camino de la niñez está poblado de contrariedades y dolor, pero también, afortunadamente, de alegría y momentos felices.

Sin embargo, habría que empezar por decir... 

¿Qué "NO" es el perdón?

Perdonar no es… reconciliarse, disculparse, justificarse u olvidarse.

Perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. Uno puede perdonar, y sin embargo, no reconciliarse, como en el caso de una esposa continuamente maltratada por su compañero, o del empleado que ha sido despedido injustamente, o del niño que ha sido maltratado por su padre.

Perdonar no es lo mismo que disculparse, porque disculparse es excusarse con el objeto de que la persona afectada nos comprenda. Como el caso de la madre que esta de mal humor y le grita al niño… y luego se disculpa por estar en sus días.

Perdonar no es lo mismo que justificarse. Justificar es evadir la responsabilidad de los comportamientos negativos, sean propios o ajenos. El maltrato, la violencia, la agresión, la traición y la deshonestidad, son sólo algunos de los comportamientos que pueden ser totalmente inaceptables, y a veces, hasta castigados por la ley, dependiendo del grado en que se desarrollen. Como es el caso del que pega por celos y luego se justifica diciendo que lo hizo porque la pareja estaba coqueteando con otro.

Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor, sin amargura, sin la herida abierta. Perdonar es recordar sin andar cargando culpas. Como cuando te culpan de haber dicho o hecho algo que no hiciste… y actúas como si no te doliera o no hubiera pasado nada y sigues tratando a la persona que inventó todo sin encararla y llena de rencor.

Hay que recordar que cuando una persona perdona, no está ayudando a quien la ofendió, se está ayudando a sí misma, porque se está deshaciendo de los sentimientos negativos y está recuperando el equilibrio y la paz interior.

En toda relación humana se generan problemas y desacuerdos, se producen situaciones que pueden causar molestia y enojo, pero eso no implica que se tengan que quedar cuentas pendientes.

Hay dificultades y malos entendidos, incluso problemas graves de relación, pero si no se perdona, si se guarda rencor, la relación se va a corroer y la infelicidad de ambos va a ser la principal consecuencia.

Muchas veces nos cuesta pedir disculpas a nuestros amigos, compañeros, pareja, hijos, etc., por algo que hemos hecho mal. Pedir perdón por una mala acción es la forma más poderosa de demostrar nuestra humildad y honestidad. Eso nos hace grandes. Si es tu caso, te invito a que reflexiones en esta frase:

"El perdón de las flores es tan bonito que llegan incluso a perfumar a aquél que las aplasta con la mano".

Amar a quien nos ha ofendido desarma al adversario, y puede, incluso, transformar un campo de batalla en un lugar de solidaria cooperación. Éste es un desafío que concierne a cada individuo, pero también a las comunidades, a los pueblos y a la entera humanidad. Afecta, de manera especial, a las familias. Ya que para muchos no es fácil pedir perdón y buscar la reconciliación, y más para aquellos que piensan que hacer esto es motivo de humillación.





Y en base a esto, ahora sí podemos decir:  
¿Qué es el perdón?

Primero habría que decir que perdón y perdonar vienen de el verbo latino perdonare, donde el prefijo “per” amplifica al verbo “donare”, que significa entregarse al máximo o dar en abundancia, qué es lo que efectivamente es el acto de perdonar, un acto de conceder, de liberar de culpa a quien ha hecho daño.

Ahora partamos del hecho de que el perdón no es una cuestión de razón.

El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros. El perdón es ir y ver más allá de los límites de la personalidad de otra persona, sus miedos, idiosincrasias, neurosis, errores, es decir, todo aquello que conforman las historias personales de vida.  Con esto que quiero decir, que para perdonar se requiere un cambio de percepción, una manera diferente de ver a las personas y circunstancias que nos han causado algún dolor.

Perdonar es abrir una válvula de escape para permitir la salida del veneno acumulado por el rencor y el resentimiento.

El perdón es la respuesta moral (dependiendo de la moral de cada quien) a una injusticia cometido contra su persona, o en caso contrario, asumir la totalidad responsabilidad de nuestra falta. Es sentir todo el mal que se produjo, es estar arrepentido sinceramente. 


¿Por qué perdonar?



Mucho se ha hablado acerca de la necesidad  de perdonar como una manera de alcanzar la paz interior y el crecimiento espiritual.

Lo cierto es que mientras más resentimiento, enojo o tristeza acumulamos dentro de nosotros, más nos estancamos, no sólo en lo emocional, sino en lo psíquico y energético también.

Hay que recordar que los pensamientos y sentimientos están hechos energía muy sutil, y ahora, las neurociencias y la física cuántica han aceptado el hecho de que si la materia crea energía, también la energía se materializa, por tanto, si nos estancamos con pensamientos adversos y limitantes, el reflejo se verá somatizado en nuestra materia o cuerpo  y en nuestro estilo de vida.

Muchas de las enfermedades que padecemos están relacionadas con nuestro mal manejo emocional, y una desconexión de nuestro Ser Interior (Espíritu) y nuestro ser material (Cuerpo).
Es por eso que es tan importante interiorizar, y sin temor o recelo, debemos actualizar nuestras creencias acerca de lo que verdaderamente significa perdonar, para poder sanar y seguir el canino del crecimiento, transmutando los resultados del pensamiento, conscientes e inconscientes, en paz y salud.

No olvidemos que perdonar libera al que perdona y al que es perdonado. Rompe la cadena negativa que conlleva al rencor, venganza, e inclusive, al odio.
Perdonar es un camino de sanación. Nos hace comprender lo sucedido, aceptarlo y seguir adelante. Nos puede ayudar a recuperar la relación, sea del tipo que sea, y más importante aún, nos ayuda a mantener en armonía nuestro espíritu.

Perdonar es un acto de fuerza interior. Es un acto de humildad y respeto hacia nosotros y hacia quien nos ha hecho daño. Pero para que sea un acto de Perdón auténtico, no debemos realizarlo bajo el esquema de superioridad, sino motivados por  la comprensión, amor y generosidad.
De ahí la frase que dice: ¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la Vida? Perdona.




Cuando se perdona, pero no se olvida

El caso de Miriam

La discusión había llegado a su momento más álgido y el volumen de las voces se había elevado a tal grado que solamente se escuchaban gritos incoherentes que denotaban enojo y todo tipo de emociones negativas.

De repente, se hizo un silencio absoluto, como si la energía de los dos se hubiera terminado.

Fue entonces cuando la voz de Miriam sonó mientras sus ojos se fijaban como espadas frente a los ojos de su esposo.

-Quiero decirte -dijo Miriam-, que no solamente estoy enojada por lo que acaba de pasar, hay muchas cosas que me molestan y me tienen harta. 

-No sé de qué me estás hablando -respondió él.

-Ya vez, lo peor es que la riegas y luego ni siquiera te acuerdas. 

-¡Espérame!, -dijo él-, ¿a qué te refieres? 

-Ése es tu principal problema, que no te acuerdas de lo que no te conviene, pero te voy a refrescar la memoria. ¿Ya se te olvidó el papelito que hiciste cuando te pusiste muy grosero en casa de mis papás...? 

-¡Óyeme!, pero eso fue el año pasado... 

-¡Espérame que todavía no acabo! Y el día que quedamos en ir a cenar, y claro... se te olvidó... 

Miriam hizo una breve pausa como para tomar aire y casi de inmediato continuó: 

-Y el día de mi cumpleaños, que ni siquiera te acordaste, tu secretaria te lo tuvo que recordar y llegaste en la tarde con tu regalito, tratando de disimular tu olvido. ¡Ah! Y aquella vez que... 

-¡Hey! ¡cálmate!, ¿qué te pasa?. De todo eso ya habíamos hablado y en su momento discutimos. Eso ya pasó, ¿por qué lo vuelves a sacar? 

-Pues por una razón muy sencilla, porque aunque ya te perdoné, ni creas que lo he olvidado. 

Hay muchas personas, hombres y mujeres, que tienden a actuar como Miriam.

En un apartado de su mente han colocado un cajón, en el cual, guardan con doble llave las experiencias negativas, los desengaños y los momentos difíciles o dolorosos que han vivido y en el momento oportuno ¡zas!, abren el cajón y sacan de él lo necesario para poner en evidencia su condición de víctimas y los argumentos para chantajear a la pareja.

Mantener archivadas las experiencias negativas, conservar las cuentas pendientes con el "ser amado", pone en evidencia la existencia de rencor y resentimiento, sentimientos que "envenenan" cualquier relación humana.

Cuando se guardan resentimientos, cuando se "perdona" pero no se olvida, la relación se envenena y las personas entran en un juego interminable de cobrarse cuentas pendientes, que como resultado hace infelices a todos los involucrados: al que no olvida, porque el simple hecho de estar recordando las cosas negativas le amarga la vida y le impide la felicidad, y al que se le están echando en cara las cuentas pendientes, porque se siente agredido y manipulado cada vez que le presenten una factura de cobro. 

En estos casos de “Te perdono, pero no lo olvido”, hay tres componentes principales que motivan la creación de largos y dolorosos resentimientos:

* Tomar la ofensa exageradamente personal: Aprende a relativizar. Haz un ejercicio de atención consciente y concédele a cada suceso la importancia que merece. Frecuentemente reaccionamos con exceso ante cosas pequeñas, cuando la mayoría de las cosas no son tan importantes como para no merecer perdón. Para llegar a esta conclusión, ponte en la situación del otro, seguro que verás las cosas de otra manera.

* Culpar al ofensor por nuestros sentimientos: Y OJO con ésta… Al culpar a otros por nuestros sentimientos, les cedemos el poder de controlar nuestras emociones. Seguramente tal poder será mal usado y seguiremos heridos(as). Es alarmantemente alta la cantidad de personas que le ceden poder a aquellos que nos los quieren.
Sentirnos mal cada vez que pensamos en la persona que nos lastima se vuelve costumbre y nos hace sentir víctimas de alguien más poderoso.
Responsabilizar a las personas por sus acciones no es lo mismo que culparlas por nuestros sentimientos.
Identifica tus emociones. ¿Sentimiento de humillación, decepción, tristeza? Toma conciencia de lo que ocultas tras tu máscara de cólera, esto te ayudará a liberarte de ella, al comprender que “el culpable” ha despertado una zona de sufrimiento que ya existía dentro de ti mismo(a).

*Crear una historia de rencor: como por ejemplo la venganza.


El deseo de venganza es además un signo de debilidad e inmadurez emocional. Las personas que malgastan sus vidas y energías imaginando cosas para vengarse de otras es porque aún no han encontrado las claves de la enorme sabiduría que encierra el saber perdonar.
“El deseo de venganza es puro veneno… Puede que consigas hacerle daño al otro, puede que no, eso dependerá del otro. Pero sólo una cosa es segura, que con toda certeza te hará daño a ti mismo”. Osho

El rencor no significa necesariamente que estemos mal. Significa que sólo sabemos afrontar los agravios de una manera diferente al Perdón.


Sin embargo, acostumbramos a guardar muy ocultos dentro de nosotros mismos, los agravios. Son las manchas del alma que también contaminan el cuerpo.

El odio es la emoción que más nos destruye por dentro y por fuera. El orgullo es un pariente cercano y la soberbia es el peor de los males.

Los soberbios son los que ocupan un lugar profundo del Infierno, como dice Dante en la Divina Comedia, porque fueron orgullosos y no perdonaron nunca a nadie.

Desde el punto de vista psicológico, según el psiquiatra norteamericano Richard Fitzgibbon, hay tres formas básicas de lidiar con la ira o el rencor: 

l. Negarla. 
2. Expresarla de muchas maneras mientras pretendemos que no estamos ofendidos. 
3. Perdonar. 

Para evitar que esa cadena de resentimientos y agresiones se convierta en algo interminable, es necesario aprender a perdonar, sin condiciones, sincera y generosamente.

En este momento les voy a pedir que visualicen alguna herida personal. Cierren los ojos y piensen en aquel doloroso suceso por un momento. Vamos a tratar de imaginarlo por un instante, en silencio.

Una vez que recuerden claramente lo ocurrido, piensen o escriban brevemente un resumen sobre aquella experiencia. Cuente la historia de lo qué pasó, en el papel o en la cabeza.

Después, analice lo qué pasa cuando piensa en ello hoy. Por ejemplo, ¿cuál es su pensamiento más recurrente al recordar el suceso? Luego tenga en cuenta cómo se siente y fíjese cómo reacciona su cuerpo al revivir el dolor.

Una vez consideradas sus respuestas, por favor, responda a las siguientes preguntas:

1. ¿Piensa usted en esa dolorosa situación más de lo que piensa en las cosas buenas de la vida?
2. ¿Al pensar en ello siente incomodidad física o alteración emocional?
3. ¿Cuándo hace memoria sobre el particular?, ¿lo hace con los mismos pensamientos?
4. Repite la historia una y mil veces en la cabeza.

Debe quedar claro que los rencores no son señal de enfermedad mental.
Sentirse herido(a) tampoco es indicio de estupidez, debilidad o falta de autoestima. 

Sencillamente significa que no se está preparado(a) para afrontar las cosas de otra manera. Sentirse herido(a) en la vida, es normal, pero difícil, y casi todos creamos rencores en algún momento. Sin embargo, que sean comunes no significa que sean saludables.

Por más preparación que se tenga para perdonar, hay momentos en que es útil, yo diría que hasta necesario, sentirse molesto(a). Por ejemplo, cuando algo o alguien viola o sobre pasa tus limites personales, cuando nos sentimos en peligro o nos están maltratando, sin embargo, el reaccionar movidos por el dolor sólo ayuda cuando ello soluciona el problema, de resto, sólo genera más dolor, rabia y hasta violencia. 



Los primeros pasos hacia el perdón  

Tanto el Dr. Fitzgibbon, como otros psiquiatras y psicólogos, aplican una terapia que induce al paciente a perdonar, y comprueban que hay una mejoría considerable.

l. Confrontar la rabia interior, la vergüenza, la herida. La persona puede estar deprimida sin saber por qué, hasta que descubre la causa oculta por muchos años o sólo por horas. A medida que se vaya trabajando con el perdón, es importante tomar en cuenta los pensamientos y las reacciones que afloran. Si aparece el temor, la autocrítica, las dudas hay que ser amable consigo mismo. Estos sentimientos son como una parte natural del proceso de cambio. En realidad, ser amable consigo mismo es, de por sí, un gran acto de perdón para con uno mismo.

2. Aceptar el dolor. Reconocer la fuente de la herida, y descubrir el porqué. Tratar de aparentar que "al cabo no me importa", es echarle tierra al asunto, pero debajo de esa tierra queda el resentimiento. Solamente reconociendo y aceptado el dolor se puede trabajar para eliminarlo de raíz.

3. Evitar la competencia: En ocasiones se toma la actitud de "si el otro me hizo, yo le hago..". No se trata de ver a quién le va peor, pues esa es una actitud de: "yo pierdo y tú también", que resulta autodestructiva. 

4. Valorar la ganancia, no la perdida. Cambiar el pensamiento negativo por uno positivo. Buscar una nueva forma de pensar sobre esa persona que nos ha hecho mal. Cuando lo hacemos, por lo general descubrimos que es un ser vulnerable, probablemente con heridas. Perdonar implica recuperar la paz interior, el equilibrio emocional. Al perdonar, la más beneficiada es la persona que otorga el perdón porque se deshace de los sentimientos negativos.

5. Buscar soluciones, no al culpable: Lo importante al perdonar es encontrar la manera de restablecer la relación y mejorarla, en vez de identificar quién tiene la culpa de que las cosas no marchen bien.

6. Evitar poner condiciones: Cuando se ponen condiciones, se corre el riesgo de caer en el chantaje. "Te perdono si tú haces esto o aquello". "Cuando vea que cambiaste, entonces te perdonaré". Estos planteamientos implican una compensación o una especie de desquite y mantienen vivas las actitudes negativas. 

7. Regalar en vez de cobrar: El perdón es un regalo, no es una factura que más tarde se va a cobrar. Perdonar implica decirle al otro: "Te perdono, sin pedir nada a cambio". Si se pide algo a cambio, si se cobra ya no hay perdón, hay transacción. El perdón es como el amor, simplemente se da como un regalo, sin condiciones. Cuando se toman actitudes de desquite, cuando se guardan cuentas pendientes, cuando se entra en un juego de "toma y saca", se está cultivando la infelicidad.

8. Elegir perdonar. Aunque haya base para la ira y la venganza, no se elige eso, sino perdonar. Y no tiene que ser sólo por motivos religiosos, sino también por instinto de conservación: le va a hacer bien psíquica y físicamente.

Recordemos: Perdonar libera la memoria y nos permite vivir en el presente, sin recurrencias constantes al pasado doloroso. Todo insulto recibido puede convertirse en una nueva oportunidad de crecimiento interior.



Tipos de perdón

1.- Perdonarse a uno mismo:
A menudo, una mujer que ha sido víctima de maltratos físicos o emocionales durante mucho tiempo, siente ira contra sí misma por todo lo que permitió que le sucediera. Pues bien… el primer paso que esta mujer debe dar para lograr perdonar, es perdonarse a sí misma.
Para poder perdonar a su agresor, la víctima debe comprender que lo sucedido fue una ofensa. Debe reconocer que ella es tan valiosa como todas las demás personas, y que sus necesidades y sentimientos son importantes. Si intenta perdonar antes de valorarse, su perdón no será apropiado. Hasta que la víctima comprenda el valor que tiene como persona, no se respetará a sí misma. 
Ha situaciones que producen una desilusión de nosotros mismos. Hay actitudes y hechos cometidos por nosotros, que nos humillan, nos desintegran y avergüenzan. Esta clase de faltas requiere de un auto-perdón. Perdonarte a ti mismo es aceptar con humildad tu condición real de ser humano imperfecto. Reflexiona un poco en que nadie es totalmente bueno ni malo, tanto tú como el resto de las personas reaccionan de acuerdo a como están programadas mentalmente, a lo que han aprendido o se les ha inculcado. Reconoce que no eres perfecto y comienza a mejorar. Confiesa el perdón con tus labios. Hazlo ya y serás libre. Somos perfectibles y estamos en un proceso de mejoramiento continuo. Todas las personas quieren en última instancia ser felices. Si eres tolerante con tus propias culpas y fallas del pasado, si entiendes y aceptas tus sombras psicológicas, estarás en mejor disposición de hacerlo con los demás.

2.- Perdona a otros: 
¿Te fallaron? Las heridas duelen y a veces mucho. Pero alguien dijo: “La mejor venganza es el perdón”. Muchos de nuestros intentos de perdón fracasan pues confundimos lo que es perdonar.
Recordemos que el perdón NO es olvidar lo que nos ocurrió. No significa excusar o justificar un determinado mal. No es negar el dolor. No es minimizar los eventos ocurridos. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa, dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo. Perdona para que seas perdonado, recuerda: que con la vara que mides, serás medido. Serás libre y feliz si cruzas la barrera del perdón. Tú eliges entre permanecer preso o hallar la libertad. Sé libre perdonando. Perdonamos cuando observamos nuestros paradigmas sobre el modo en el que se tienen que comportar las personas y nos hacemos conscientes de que las cosas no siempre han de ser como esperamos que sean, y cuando asumimos y aceptamos que tod@s cometemos errores.

Repítete esto: Ya no se puede cambiar las cosas que sucedieron ayer, pero hay un presente que se puede modificar y un futuro con nuevas oportunidades. Te perdono de todo corazón para que el arco iris brille nuevamente en nuestras vidas.

Y dentro de esta categoría están también: 

*Perdón pleno: En éste, el perdonante “perdona y olvida”, es decir, no sólo decide no odiar al perdonado, sino que recupera la relación de confianza o amor con el perdonado, como si la ofensa no hubiera tenido lugar.

* Perdón parcial: En el perdón parcial, el perdonante decide no odiar al perdonado por la ofensa recibida, pero la toma en cuenta para el futuro, pues de ello dependerá sus relaciones con el perdonado (“perdona pero no olvida”).

* Perdón puro: es el incondicional.

* Perdón condicional: Es aquel en donde el perdonante subordina algunos o todos los efectos del perdón al seguimiento por parte del perdonado de ciertas reglas de conducta o al cumplimiento de cualquier otro tipo de condición.

*Perdón expresado/tácito/no expresado: El perdonante puede optar por comunicar expresamente al perdonado la concesión del perdón, o bien por hacérselo ver por hechos más o menos concluyentes, o bien optar por no comunicarle de modo alguno la concesión del perdón. Pero ojo… es recomendable sacar tu disgusto fuera. Es preferible exteriorizar tu enojo en el momento en que ha sido provocado, en vez de guardártelo. Pero tampoco excedas la impulsividad ciega o la ira irreflexiva. El dicho de que “lo que se queda adentro se pudre” es bastante cierto en el caso del rencor.

* Perdón espontáneo: es el que se produce tras la petición de disculpas del ofensor

* Perdón solicitado: El perdón solicitado, el espontáneo tiene lugar sin tal petición.

* Perdón humano/divino: Según quién sea quien perdona, Dios o el ofendido, el perdón será divino o humano.

El perdón es uno de los temas más duros de la vida. A su alrededor se han creado catedrales de malentendidos y no pocas enfermedades asociadas a la necedad de continuar siendo víctimas de quienes nos han herido.

Perdonar es la experiencia de paz y comprensión que se siente en el presente. Se perdona al confrontar las reglas rígidas que uno(a) ha trazado para el comportamiento de los demás, y al enfocar la atención en las cosas buenas de la vida, no en las malas.

Perdonar no significa olvidar o negar las cosas dolorosas ocurridas.
Perdonar es la poderosa afirmación de que las cosas malas no arruinarán nuestro presente, aun cuando hayan arruinado nuestro pasado.

Por eso, hoy te invito a que comiences a sanar tu vida.... Perdona, canta, ríe y se muy feliz.