Tiempo de Buenos Propósitos por Alberto
Quiroga Venegas
Tradicionalmente,
el fin de un año y el inicio de otro se ve como un buen momento para detenernos
y revisar que hemos hecho y qué falta por hacer.
Con
el cambio de año, y de mano con las fiestas, vienen a la mente una serie de
buenos propósitos, que desafortunadamente, rara vez sobreviven más allá de
febrero.
Si
hemos de ser francos, la mayoría de los seres humanos no tenemos la constancia
suficiente para alcanzar todas nuestras metas, y esto suele trasladarse hacia
el negocio.
En más
de una ocasión he escuchado a algún dueño de empresa hacer planes, sólo para
comprobar meses después que los planes se quedaron en eso, y que no se vio
ningún resultado.
¿Por
qué fracasan los buenos propósitos?
La
gente suele fallar en alcanzar sus metas, porque deja de lado la naturaleza
humana y no la toma en cuenta. Es necesario que estudiemos el comportamiento,
para distinguir factores que pueden obstaculizarnos o ayudarnos a alcanzar
nuestros objetivos.
Si
un empresario, al calor de las copas, le ofrece a sus trabajadores un premio si
el año entrante logran aumentar los clientes, comete el error de tomar
decisiones a la ligera, sin tomar en cuenta otros elementos como el monto del
premio, y las condiciones en que lo dará, por no mencionar si estará dispuesto
a darlo en realidad.
Los
buenos propósitos no deben quedarse en ser "buenos", también deben
ser razonados, alcanzables, objetivos y específicos.
Definamos
cada uno de ellos:
• Propósito Razonado: Todo paso que demos debe tener el antecedente
de un estudio del qué, cómo, cuándo, dónde y para qué.
Si
yo me propongo elevar la productividad de mi empresa para el 2013, debo
analizar si cuento con los elementos necesarios, si tengo el personal
capacitado y el equipo necesario, si estoy preparado para atender más clientes
por día y si trabajar más, elevará las utilidades y no sólo los costos.
Si
no estudio esto, corro el riesgo de traer más trabajo sólo para sacrificar
calidad por cantidad, para luego descubrir, que incrementar el trabajar sólo
representó más quejas y menos dinero.
Para
evaluar si un propósito es razonado o no, puedo contestarme las siguientes
preguntas: Esto que busco - ¿Es bueno para mí? - ¿Es bueno para la empresa? - ¿He analizado las consecuencias que tendré
si lo logro? - ¿Vale la pena buscarlo, o
es sólo un capricho? - ¿La gente
involucrada se verá beneficiada?
• Propósitos Alcanzables: Dice el dicho
que se vale soñar. Pero soñar de más tiene sus consecuencias.
Quién
persigue algo inalcanzable puede obtener desánimo y frustración.
Conozco
el caso de empresas que se han metido a trabajar con compañías fuertes, que
tienen cargas de trabajo muy grandes, y se ven, sin pensarlo, en un ritmo de
trabajo absorbente, que no les deja tiempo para atender más que a esa compañía.
Entonces comienzan a perder a sus antiguos clientes por no darles servicio, y
quedan en una situación desventajosa porque su ingreso depende casi
exclusivamente de un cliente, que si los deja, puede provocar la quiebra.
Si
usted se propone algo… busque que sea lo que el sentido común le dice que puede
lograr y, tal vez, un poco más. Es
decir, si usted cree que puede escalar una montaña que mide mil metros, puede
arriesgarse y escalar una que mide dos mil, y medir sus fuerzas en el ascenso.
Pero si se aventura a escalar una que mide cinco mil metros, puede quedarse sin
provisiones a la mitad del camino y no tener tiempo de regresar.
Lo
que puede hacer para no limitarse, es ponerse una serie de pasos secuenciales,
como los escalones de una escalera, de manera que vaya obteniendo triunfos
pequeños pero constantes, a la par de ir ganando confianza. Para evaluar si lo que quiere es alcanzable, contéstese
antes estas preguntas: - ¿Esto que
quiero, en realidad creo poder lograrlo?
- ¿Estoy dispuesto a hacer lo necesario?
- ¿Tengo a la mano los elementos para alcanzarlo? - Si no los tengo, ¿Puedo obtenerlos? - ¿Poseo la disciplina para no abandonar el
camino a la mitad?
• Propósitos Objetivos y Específicos: Cuando algo es subjetivo y general, puede
caer en muchas interpretaciones y se presta a que cada quien haga las cosas
como las entienda.
Recuerdo
el caso de un taller mecánico en el que el dueño reunió a su gente y le pidió que
le dieran buen servicio al cliente. Todos dijeron que sí. Días después, el
dueño llegó al taller y vio que un cliente estaba en su oficina hablando por
teléfono, y cuando éste se retiró, el dueño le llamó la atención a su
secretaria:
-¿Por
qué lo dejaste entrar a la oficina y llamar por teléfono, si sabes que no se
puede?
La
secretaria respondió: - Usted nos dijo que debíamos darle buen servicio al
cliente, y el señor está retrasado por nuestra culpa y estaba llamando a su
esposa para que fuera a recoger a su hijo a la escuela porque él ya no llegaba.
-Sí
-respondió el dueño- pero no lo puedes pasar a mi oficina
¿Qué
es lo que sucede en este ejemplo? Simplemente que no está bien definido lo que
es buen servicio.
La
secretaria seguramente interpretó que era una cortesía que el cliente llamara
desde la oficina, donde se podía sentar
y hablar sin ruido, y el dueño tal vez pensó que era riesgoso hacerlo por un
robo o una llamada de larga distancia. La misma situación se interpretó de
diferente forma.
Por
ello los propósitos deben ser vistos objetivamente, pongamos un ejemplo para
ello retomando la anécdota anterior… No se proponga: "En este año vamos a
dar mejor servicio", en lugar de ello, defínale a su gente que es lo que
deben hacer, de manera objetiva y específica para dar un buen servicio.
Puede
definirlo así:
Este
año, debemos reducir al mínimo o eliminar, las reclamaciones por entregar los
autos sucios de grasa. En el 2012 tuvimos en promedio 10 reclamaciones al mes,
en el 2013 debemos esperar que a lo mucho sean 2 al mes. En el 2011, hubo 7
reclamaciones por rayones o golpes que supuestamente dimos en el taller, y que
no pudimos demostrar por no levantar Orden de Servicio con inventario. Este
año, no se nos debe pasar un solo vehículo sin levantar sus datos y estado
físico.
Como
pueden ver, los dos propósitos que se mencionan arriba son mucho más
específicos que sólo decir: "debemos mejorar".
Ahora
bien, en muchos casos, pareciera que nos faltan ingredientes para mantenernos
en el camino del cambio, y para ello nos puede funcionar estudiar las Cuatro Dś
para lograr el Cambio.
Primera
D: DESEO
Lo
podemos definir como aquello qué me gustaría obtener. Casi siempre inicia como una sensación, un
antojo o un sueño, de algo que quisiéramos tener o alcanzar.
Existen
dos motivadores importantes que influyen en lo que deseamos, y son: El deseo de
ganar y el temor de perder.
Nuestros
deseos los podemos transformar en metas, que son aquellos estados deseados que
buscamos alcanzar. Si somos realistas,
no todo aquello que nos imaginemos lo podemos lograr, pues somos seres con
limitaciones y restricciones, sin embargo, es un hecho que muchas veces nos
vamos al extremo contrario y pensamos que podemos alcanzar mucho menos de lo
que en realidad podemos.
Segunda
D: DECISION
Consiste
en definir qué es lo qué tengo que hacer para lograr lo que deseo. Un ejemplo muy sencillo es que si yo deseo
sacarme la lotería, debo tomar la decisión de comprar el boleto.
Es
un hecho que las decisiones que tomamos en nuestras vidas son fundamentales. Por ellas estamos donde estamos actualmente,
y por ello es importante saber que influencia tienen los factores internos (mis
miedos, prejuicios, etc.) y los factores externos (mi familia, mi trabajo, la
sociedad) en mi forma de tomar decisiones.
Algunos
psicólogos se han dado a la tarea de estudiar ampliamente a todo aquello que es
considerado como bloqueadores de decisión, que no son más que aquellas situaciones
que llevan a quien los padece a tomar decisiones equivocadas. Aunque es un tema
muy amplio por sí mismo, hago una breve relación de ellos.
Bloqueos Psicológicos
-Evasión
de los problemas y de la ansiedad, con la finalidad de no experimentar
sufrimiento.
-Carencia
de una escala de valores
-Desesperanza,
depresión y ansiedad
-Idealización
o imagen irreal del propio yo
-Pérdida
de contacto con los propios sentimientos
-Escasa
autoestima o falta de confianza en sí mismo
-Anulación
del propio yo, dependencia de los demás y necesidad obsesiva de agradar
-Búsqueda
obsesiva del reconocimiento y del primer lugar
-Perfeccionismo
y afán de tenerlo todo
-Vivir
en la imaginación
-Temor
al auto desprecio que pueda generarse si se toma una decisión errónea
-Auto
reproches provocados por las exigencias desmedidas
-Ceguera
ante las diversas opciones
-Temor
y distorsión de la presión del tiempo
-Criterios
erróneos
-Falta
de integración interna o grave desorganizaciónTercera D: DETERMINACION
Si
quisiéramos definirla poéticamente, podría decirse que la determinación
consiste en ir siempre al objetivo, o morir en el intento, es decir, es el
firme propósito de seguir el camino que elegí.
A
veces, se pierden los ánimos por buscar lo que quisiéramos, tal vez por
comodidad o por una resistencia natural al cambio. Para ello debemos desarrollar la habilidad de
Automotivarnos.
¿Cómo motivarse?
Enfóquese
en los resultados, no en los procedimientos.
Supongamos que busca entrar a un gimnasio para obtener su peso ideal. Si
usted está pensando en la horas que debe pasar levantando pesas, en el trayecto
al local, en la dificultad de encontrar estacionamiento, seguramente se podrá
desmotivar, en cambio, si se imagina en buena forma física, corriendo sin
problemas de condición, podrá automotivarse.
Otórguese
pequeñas recompensas. Cuando los
objetivos a alcanzar están muy lejanos, como en el caso de estudiar una carrera
universitaria, esperar a obtener el título puede ser muy lejano. En cambio, si cada semestre aprobado se da un
pequeño regalo, esto puede resultar gratificante.
Muchas
veces, sobre la marcha, aparecen situaciones con las cuales no contamos y que
escapan de nuestras manos. En esos
momentos, lamentarse no tiene sentido positivo. Si está atado a una decisión,
haga lo mejor que pueda.
Cuarta
D: DISCIPLINA
La
disciplina es la perseverancia y la constancia.
Es hacer lo que debo de hacer, tenga ganas o no.
Muchas
veces, nos auto engañamos y buscamos pretextos para olvidarnos de nuestras
metas, ante esto, no dude, cuestione, porque las dudas sólo lo alejan de su
objetivo. En caso de fracasar, como cuando el fumador reincide, es bueno darse
siempre una segunda oportunidad, y no pensar que por esa caída será imposible
lograr el éxito. Aprenda del fracaso y
aprovéchelo.
Hablando
del fracaso, recuerde: Los acontecimientos son el fracaso, no la persona.
Algunos consejos para hacer efectivos los
propósitos.
-El éxito es un hábito
-Comencemos por triunfar en las cosas
pequeñas
-Evalúe avances con regularidad
-No esperemos a fin de año
-Comprométase consigo mismo
-Tómese en serio
Por
último, no se ponga una carga muy fuerte de obligaciones. Tener muchos propósitos
lo llevará a abarcar mucho y apretar poco. Escoja entre los más importantes y
fundamentales y atáquelos, concentrándose en pocas actividades a la vez.
Y no
se olvide de evaluar mes con mes si esta avanzando o se ha quedado detenido. No
se espere hasta que termine el 2013, porque puede llevarse la sorpresa de haber
desperdiciado un año.
Fuente:
Ing.
Alberto D. Quiroga Venegas, capacitador y consultor especializado en ventas,
servicio al cliente y marketing de talleres automotrices.
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